Table of Contents
Fecha
Apr 18, 2025
Estado
Listo
Categoria
Nutrición y Hábitos
Volumen
Alimentacion infantil
Creado
Apr 18, 2025 06:51 PM
Etiquetas
Qué hacer cuando tu hijo no quiere desayunar (sin caer en el estrés ni romper el vínculo)
Como mamá, siempre escuché que el desayuno era “la comida más importante del día”… y claro, con eso en la cabeza, el día que mi hijo no quiso desayunar entré en modo pánico: ¿cómo va a aprender si no come? ¿Y si le baja el azúcar? ¿Y si le da hambre a mitad de clase?
Pero luego entendí algo que me cambió la forma de ver esta rutina: no todos los niños despiertan con hambre, y eso está bien. A mí me pasa con mi bebé de 1 año 5 meses… y también con mi hijo de 4. No importa la edad, el apetito no siempre se presenta igual cada mañana.
Lo importante no es obligarlos, sino acompañarlos con respeto y amor. Porque más allá de que coman o no, está en juego algo más profundo: el vínculo con nuestros hijos y su relación con la comida. Si cada mañana se vuelve una lucha, se va rompiendo la confianza… y eso sí que pesa más que un desayuno completo.
🥣 En casa, esto es lo que mejor nos ha funcionado:
- Tener 2 opciones fáciles y nutritivas siempre a la mano: por ejemplo, un smoothie de plátano y avena o hotcakes de avena (ambas recetas están en mis e-books de cocina para padres con niños pequeños).
- No presionar al primer intento. A veces solo necesitan despertar con calma, tomar un vaso de agua, moverse un poco... y entonces aparece el hambre.
- Aceptar que a veces el desayuno no será completo, y se compensa más adelante. En casa, muchas veces el desayuno es solo una fruta o medio panecito, y el lunch del kinder es donde realmente comen bien.
- Cuidar el ambiente: sin gritos, sin prisas, sin amenazas. La comida también se saborea desde la emoción.
🎯 En mi asesoría nutricional infantil, muchas familias me dicen:
"Es que me siento culpable si no desayuna bien mi hijo".
Y yo les contesto: lo más importante es construir hábitos reales, amorosos y sostenibles. No menús perfectos.
El desayuno sí importa, claro… pero aún más importa cómo lo vivimos en familia. Que no se sienta como una obligación, sino como un momento de conexión.